- Escrito por William Peña
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Crónica de viaje: Malabo, capital de Guinea Ecuatorial
Llevo trabajando cinco años con la compañía teatral Alaya theater Group afincada en Madrid. Para las celebraciones del Ocho de Marzo tuvimos la bella oportunidad de viajar a Guinea Ecuatorial, gracias a la Agencia Ewaiso radicada en Malabo. El viaje duró tres días, durante los cuales, en los descansos del duro montaje de la obra teatral "Para Nenas Negras", – de la escritora afronorteamericana Ntozake Shange – saqué mi cámara para retratar un mundo que siempre había soñado visitar y que como sorpresa me llevó a pensar bastante en Colombia.
Malabo, una ciudad en el trópico africano
Guinea Ecuatorial está, como su nombre indica, en la línea del Ecuador, en la misma latitud que Colombia. Fue colonia española durante mucho tiempo y por esa razón el español es su idioma principal, gracias a ello tiene bastantes vínculos culturales y comerciales con España. Llegar a Malabo, la capital de Guinea, fue para mi como visitar un lugar que siempre ha estado entre mis compromisos pendientes de cumplir: El Chocó y la zona afro del Pacífico colombiano.
El llegar a un país en medio de África y desenvolverse totalmente en castellano es como una bienvenida a casa, es como sentirse de nuevo en el hogar. Su paisaje y clima tropicales, sus calles sencillas, la pobreza siempre presente –en un país muy rico en petróleo– y la amable alegría de su gente no hacían más que reforzar la sensación de estar en un sitio muy conocido.
La riqueza humana africana
Mi labor en la obra teatral es la de iluminación y sonido. El primer día en Malabo tuvimos que trabajar en condiciones muy duras que como siempre, por encima de la precariedad logística, son resueltas por la actitud dispuesta y eficaz de la gente que ve el verdadero interés de presentar un trabajo de mucha humanidad. Al día siguiente la presentación fue en un hotel donde a pesar de haber más medios materiales y tecnológicos, no hubo el color y la belleza de la presentación del primer día en el Centro Cultural Hispano-Guineano. Seguramente volveré a ver los rostros de Alejandro, un joven de quizá 25 años, y el bedel del centro cultural, un hombre de unos 70 años que aún con su parsimonia también ayudó bastante.
El Mercado Central de Malabo
El segundo día tuvimos la mañana libre y contratamos un taxi que nos llevó a dar un breve paseo. Las actrices querían comprar telas y fuimos a un local cerca del mercado central, que para mi sorpresa es regentado por un alto hombre de unos setenta años, blanco. Nos pusimos a conversar y me contó brevemente su historia, es descendiente de colonos que comerciaron con madera en sus comienzos. Este hombre, a pesar de tener una confortable vivienda en Pozuelo de Alarcón, en Madrid, o edificios de lujo en las playas de la Costa Brava, mantiene su puesto en uno de los comercios que durante décadas ha tenido su familia en Malabo. Es guineano de nacimiento. Quizá no lo sepa pero su corazón ya sea tan negro como el de sus empleados.
Revola, exhuberancia en el trópico africano
Del centro de Malabo salimos hacia Revola, un pequeño pueblo asentado en las faldas de una montaña cubierta por la niebla. Revola podría ser uno de los muchos pueblos del Chocó, de Antioquia o de Cauca, en Colombia. Allí fuimos recibidos con alegría y naturalidad por los niños y por actitudes mezcladas por los adultos, ya que todas las actrices de la obra son negras –tres de ellas hijas de guineanas–, mientras que la directora es rosada –Ursula Day es de EEUU– y yo soy un ojiverde con la piel café con leche.
Pude ver usar las hojas de guanábana como un remedio natural contra el cáncer. Allí le arreglé el día a una mujer, gracias a una foto que le robé mientras atendía su pequeño comercio.
Después de robarle la foto, tuve curiosidad y me acerqué a mirar productos que vendía. Las actrices se entusiasmaron y se metieron en tromba a comprar jabones, cremas y aceites. No intercambié palabras con aquella mujer, pero muy seguramente habrá agradecido el paso furtivo de mi cámara.
El Mercado Semu
El tercer día fue muy tranquilo, pasamos nuevamente por el mercado central, comimos un pescado a la brasa impresionante –tardó una hora en servirse– y en la noche fuimos a un bar de jazz cerca del Mercado Semu, un lugar que parece inconmensurable por la vida y el movimiento que tienen. Lo vimos de lejos, así que en la siguiente ocasión será visita obligada.
El siguiente destino después de Malabo debería ser una ciudad en Colombia: Quibdó o quizá Buenaventura. Quizá ver Guapi y toda esa desmedida naturaleza vegetal y humana explayada. Para eliminar los prejuicios de nuestra mente nada mejor que viajar.
Fotografías de Malabo, Guinea Ecuatorial, por William Peña.
Facebook de la obra de teatro "Para Nenas Negras": https://www.facebook.com/ParaNenasNegras/
William Peña
Realizador audiovisual nacido en Bogotá, vive en Madrid desde el año 2000. Diseñador gráfico, videoartista y dibujante. Director de arte en la compañía teatral Alaya Theater Group en Madrid. Blog: http://simulacrofilms.blogspot.com.co/