- Escrito por Héctor A. Calderón B.
- Publicado en Largometraje
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Dilemas del escritor novel: Los Diarios del Ron (2011)
“Conocen el precio de todo y el valor de nada”Oscar Wilde.
San Juan de Puerto Rico, 1960. Paul Kemp (Johnny Deep), un joven periodista y escritor, consigue un trabajo como redactor de horóscopos en The San Juan Star (La Estrella de San Juan), un periódico al borde de la quiebra. El objetivo del informativo es preservar la imagen paradisíaca de la isla y garantizar el idilio vacacional entre turistas, hoteles y casinos.
Pronto, el joven periodista es reconocido por su vocación de novelista, y llama la atención de Sanderson, un poderoso hombre de negocios encarnado por Aron Eckhart, quien le propone ganar una fuerte suma de dinero si pone su pluma al servicio de un descomunal proyecto hotelero cuyo impacto ecológico sería devastador. Kemp acepta la tentadora oferta de Sanderson, pero todo se complica cuando el escritor conoce a Chanault, la novia del hombre de negocios. Una belleza indómita y ansiosa de aventuras interpretada por Amber Heard. En medio de un romance prohibido el protagonista se ve envuelto en un dilema ético que zarandea sus principios.
Mezcla de géneros y leitmotiv social
El telón de fondo de la historia es la otra cara de la isla, donde el desempleo desemboca en la pobreza y una profunda desesperanza. De allí brota uno de los principales conflictos que el guion recoge con sutileza, sin caer en la denuncia o el panfleto político. La isla del encanto y su desbordante paisaje esconden una realidad distinta al edén tropical. Un contraste que empaña la postal: miseria, violencia y subdesarrollo. Un acierto escénico del director y guionista de la película, Bruce Robinson.
La comedia física está presente en divertidas situaciones alimentadas por el ron. Especialmente las aventuras que protagoniza el periodista Kemp y su compañero, el reportero gráfico, Bob Sala, personaje encarnado con gran acierto por Michael Rispoli. También hay que resaltar las actuaciones de Andrew Shaver como Lotterman, el iracundo editor en jefe; y Giovanni Ribisi como Moberg, un periodista anarquista, adicto al ron de alto octanaje, y amante de Hitler. En suma, una colección de personajes inolvidables que aceitan el mecanismo cómico.
La trama dramática la lidera Sanderson, el inteligente y glamoroso hombre de negocios. Un dandi sin escrúpulos, pero bien perfumado, que orquesta un gran golpe, en complicidad con la habitual corrupción local. Es un misil que está por caer sobre el paraíso.
El guión mezcla géneros donde alterna la comedia con el drama, el romance, y la aventura. Todo ello, sin dejar a un lado la crítica sutil y pertinaz hacia esa pesadilla llamada el sueño americano.
Hunter S. Thompson en Puerto Rico
Romanticismo Gonzo y litros de ron
La película es una versión libre de la novela homónima de Hunter S. Thompson, quien la escribió cuando trabajó en el Caribe y Sudamérica. Sin duda, Paul Kemp resulta un alter ego que le permitió tomar distancia a Thompson para aprovechar con mayor libertad el material autobiográfico dentro de la ficción.
Es posible que el conflicto central del protagonista lo hubiese extraído del arquetipo que aborda el dilema de la negociación de los sueños y los principios. Una variación del tema fáustico de la venta del alma.
Dilema propio del escritor romántico del siglo XIX trasplantado al descarnado siglo del capitalismo extremo. Tiempos difusos donde ya no impera la ley del deseo, sino la ley del mercado. Ese laissez faire, laissez passer que llevaba al paroxismo al clásico economista Adam Smith. Inteligente crítica contra cultural de Thompson y que Robinson sabe transformar para plantarle cara a la promesa neoliberal del siglo XX.
Jhonny Deep hace un interesante papel, es la bisagra entre las tramas dramática, cómica, y romántica. Con una actuación sin pretensiones ofrece matices entre la bondad, el deseo, la rabia, y lo ingenuo. Más que un periodista es un artista en busca de su voz literaria, uno que lee a Coleridge mientras camina ebrio sobre la cuerda floja de sus deseos insatisfechos. Un homenaje al romanticismo que nos legó, entre otros; a Lord Byron, Baudelaire, y José Asunción Silva.
El ron es otro de los personajes de la película. Su presencia hidrata a los protagonistas a lo largo de la trama. Es una de esas películas que celebran el alcohol, y que a los bebedores cinéfilos les hace agua la boca. Sin duda, otro elemento adaptado de la historia original y que nos conecta con la descomunal pieza cinematográfica “Miedo y asco en las Vegas” de Terry Gilliam (2009). Sin llegar hasta los delirios de las drogas, “Los Diarios del Ron” es una gran borrachera paliativa que les permite a Paul Kemp, Bob Sala, y Moberg conformar un trío bohemio de lucidez etílica. Su mirada crítica frente a la sociedad los redime de su decadencia. Una constante en la obra de Hunter S. Thompson, y que comenzó a explorar en su crónica “El Derby de Kentucky es decadente y depravado”, pieza fundacional del periodismo Gonzo.
La propuesta cinematográfica de Robinson elabora metáforas que quizás no sean del agrado de la crítica, pero que son efectivas en medio de su literalidad. Sin embargo, el director hace un guiño de la mano de la semiótica para indicar un rasgo surreal; tal es el caso de los gallos que de manera recurrente hacen presencia en la pantalla, aves del bestiario onírico de Buñuel, Breton y Chagall.
Producida por Johnny Deep y dirigida por Bruce Robinson, no es una típica película de Hollywood a pesar de contar con un elenco taquillero: Aaron Eckhart, Richard Jenkins, y Bill Zimitrovich entre otros. Con un ritmo narrativo más cercano al cine independiente o al telefilme, la película fue una apuesta que no recibió el respaldo de la taquilla y que pasó con más pena que gloria, hasta que Amber Heard saltó del celuloide a las redes sociales con una orden de divorcio apuntando a su ex.
Una sirena llamada Amber Heard
Capítulo aparte merece la trama amorosa de la película entre los personajes que interpretan Johnny y Amber. La escena cuando se conocen Chanault (Amber Heard)y Kemmp (Johnny Deep) es uno de los momentos inolvidables de la película. Ella nada desnuda en el mar, y surge de las aguas para alterar el equilibrio del protagonista y detonar un amor contrariado. Pero no solo el personaje se ve arrastrado por ese huracán de seducción, sino que el amor saltó del guion a la vida real.
Johnny Deep y Amber darían inicio a uno de los romances más tormentosos y mediáticos del mundo del espectáculo actual. Comidilla de los tabloides y el internet, su punto más alto lo alcanzó cuando su juicio de divorcio fue seguido en vivo por millones de personas a través de las redes sociales. Establecieron un preocupante registro; Amber y Johnny tuvieron más audiencia en las redes sociales que la guerra entre el comediante Zelenski, presidente de Ucrania; y el zar camorrero y nuclear, Vladimir Putin.
Con un presupuesto de producción de USD 45 millones fue estrenada en el 2011, y apenas recaudó en la taquilla de EEUU 13 USD millones. La audiencia internacional reaccionó mejor y el filme obtuvo 17 USD millones. Con la crítica dividida, y el descalabro comercial a cuestas, fue reestrenada en Netflix en el año 2012. La película repuntaría en el streaming y 10 años después, gracias al escandaloso divorcio de Amber y Johnny, tendría un nuevo impulso en las plataformas.
Quizás, la causa del fracaso en la gran pantalla fue el tipo de expectativa sembrada en la audiencia. El público esperaba el tipo de historia que respondiera a los lugares comunes del Hollywood más comercial, donde la risa fácil y lo escatológico suelen llevarse los aplausos. “Los Diarios del Ron” no es propiamente una comedia en estado puro. El drama se atraviesa para cuestionar los sagrados valores del sueño americano. Una espina en la butaca del cine.
Del diálogo al aforismo
El guion es rico en líneas inteligentes, donde el humor negro y ácido corroe el anhelo del que espera un entretenimiento ligero. Las cargas de sarcasmo, ironía y abrumadoras metáforas son de calidad línea tras línea.
Los diálogos, en ocasiones sofisticados, emanan de todos los personajes que rodean al protagonista. Actúan como oráculos del ron o el coro de las tragedias griegas. Parlamentos que funcionan como aforismos y que el joven aprendiz de escritor escucha con atención.
Seleccionamos algunas de esas joyas preñadas de incorrección política y mala leche:
Lotterman: “Esta es una sociedad esquizoide; dos idiomas, dos banderas, dos himnos. Trajimos cosas que no tenían: o las odian o quieren más. Es una parte reacia de EEUU… como una Inglaterra tropical.”
Mr.Zimburger: “Los liberales son comunistas educados en universidades, que piensan como negros.”
Moberg: “Este país se escribió con genocidio y esclavitud. Matamos a los negros de acá, y después enviamos a nuestros negros. Y luego…repartimos a Jesús como un jabón”.
Bob Sala: “Brindemos… por las mujeres bonitas con mentes cochinas.”
Kemp: “Hay tantos hoteles que no dejan ver el mar.”
Lotterman: “Una basura de periodismo caribeño que no sirve ni para envolver pescado”.
Bob Sala: “Parece que Dios se asqueó de nosotros”.
Lotterman: “La política editorial de este periódico es propiedad del sueño americano.”
Kemp: “A veces necesitas vomitar y seguir remando.”
Banda sonora original Premiada
Desde Dean Martin hasta Patti Smith, desde el latín jazz hasta el surf rock de los 60s, la banda sonora ofrece una variedad de buenas piezas que fueron éxitos en su momento. El encargado de componer la banda original fue Christopher Young quién construyó la atmósfera musical festiva y caribeña que predomina en la película.
Integrada por 18 piezas de tonalidad optimista, alegres, y en ocasiones melancólicas y algo misteriosas; el latín jazz de Christopher Young es el género que enmarca un sonido con buena percusión, donde predomina la guitarra española, el saxofón y la voz en las líneas melódicas. Y en ocasiones las trompetas juegan en un fraseo propio de la salsa, el mambo y el chachá.
Aunque Young a veces roza los límites del jazz de ascensor, al exagerar un poco en la pulcritud y ligereza de un sonido que evoca un tópico musical. El de una fiesta de pensionados gringos abordo de un crucero en el Caribe.
Esta banda sonora fue premiada con el International Film Music Critics Award 2012 a la mejor banda sonora original para una comedia; y de la cual Tertulia Tropical recomienda: “Cock of the Rock”, “Sweet bee”, “The Rum Diary”, “My car the Cockroach”, “Chenault”, “Puerto Rican piss-Off”, y “Desperate Drunks postacard loons”.
Otras maravillas que incluye la banda sonora son algunas joyas de otros tiempos, que vale la pena escuchar: “Surfing Drums” Dick Dale & His-Deltones; Hound Dog Taylor con su “Let´s get funky”; “Mermaid song” de Patti Smith; “Mandinga” de Rubén González; y el meteórico y psicodélico éxito del año 1962, “Telstar” de The Tornados.
Una mención aparte se merece “After All” (I live my life) canción de Frankie Miller, que cierra la secuencia final sobre un evocador plano sobre el mar, metáfora de la travesía del retorno de Odiseo, o el regreso del protagonista en “Las rimas del viejo marinero” de los versos de Coleridge.
La película puede encontrarse en plataformas gratuitas como Pluto TV o en Netflix Latinoamérica como “Los diarios de un seductor”. Una historia que tiene mucho del joven Hunter S. Thompson que vivió en Puerto Rico y Sudamérica mientras buscaba su voz, una voz que finalmente encuentra: “una voz hecha de tinta y furia”.
Héctor A. Calderón B.
Escritor, guionista y docente universitario.
Premio Nacional de Guión 2010.
Ministerio de Cultura, Colombia.